Capítulo 2419
Capítulo 2419
Botín de guerra
En ese momento, Jaime no sólo estaba rodeado por los seis restos de almas de la arena, sino que el aura de Viento Sombrío también se acercaba a él.
De repente, estaba en desventaja. Ahora que se enfrentaba solo a siete oponentes, muchos estaban nerviosos por él. No podían evitar pensar que sería difícil para Jaime salir ileso ya que el Valle Viento Lunar había jugado su carta de triunfo.
—Viento Neblineo, ¿cómo ha conseguido el Valle Viento Lunar tantos restos de alma? No nos digas que tú también tienes los medios para refinar restos de alma. ¿Fue por Cultivo Demoníaco? —Bruno preguntó a Viento Neblineo en voz alta.
«Después de todo, el reino celestial desaprueba la refinación de restos de alma, y sólo los Cultivadores Demoníacos harían tal cosa. Ahora que el Valle Viento Lunar ha revelado que posee seis remanentes de alma, seguro que surgirán preguntas».
—¿Tener restos de alma significa automáticamente que soy un Cultivador Demoníaco? ¿No pueden ser mi botín de guerra? —replicó Viento Neblineo con un bufido frío, pareciendo que ya había pensado en una excusa.
Desde que se atrevió a dejar que Viento Sombrío revelara los restos de alma, no temía que otros intentaran indagar en el asunto.
—Ya está bien. Sé lo de los restos de alma del Valle Viento Lunar. Obtuvieron los restos de alma tras derrotar a una organización de Cultivadores Demoníacos. Sin embargo, deben pensar muy bien de las capacidades de Jaime para recurrir a usar tales criaturas contra él cuando sólo es alguien del reino mundano —comentó Quirino, con el rostro carente de expresión.
Viento Neblineo guardó silencio, pues no se atrevía a comportarse con demasiada insolencia delante de Quirino.
—Casio, parece que el señor Casas tiene problemas —dijo Bruno en voz baja.
La ansiedad se había apoderado del corazón de Casio mucho antes de que Bruno dijera algo.
«Nunca esperé que el Valle Viento Lunar poseyera restos de almas. Incluso han llegado a liberarlos, ¡aunque esto no sea más que un duelo!».
—Señor Yura, esto es sólo un duelo. ¿No está el Valle Viento Lunar escribiendo su sentencia de muerte al liberar todos estos restos de almas? Creo que... —empezó Casio, intentando razonar con Quirino para que éste buscara un duelo justo para Jaime.
Por desgracia, Quirino hizo un gesto despectivo con la mano antes de que Casio pudiera terminar de hablar.
—Usar restos de almas en un combate no va contra las reglas. No es diferente de Jaime usando sus objetos mágicos durante el combate. Si te preocupa la seguridad de Jaime, puedes pedirle que levante la bandera blanca ahora. Puedo garantizarte que Viento Sombrío no se atreverá a atacarlo nunca más.
Casio sólo pudo dejar escapar un suspiro resignado tras escuchar aquella respuesta. Golpeando el suelo con la punta de los pies, bajó de la alta plataforma.
—Señor Casas, esto es sólo una competición. No hay necesidad de arriesgar su vida. Si cree que no puede vencerlo, puede retirarse —gritó, intentando convencer a Jaime de que levantara la bandera blanca.
«No importa si se rinde. Puede seguir compitiendo mientras no pierda tres combates».
Después de mirar al engreído Viento Sombrío, Jaime le dijo a Casio:
—Casio, parece que el señor Casas tiene problemas —dijo Bruno en voz baja.
—Casio, paraca qua al sañor Casas tiana problamas —dijo Bruno an voz baja.
La ansiadad sa había apodarado dal corazón da Casio mucho antas da qua Bruno dijara algo.
«Nunca asparé qua al Valla Vianto Lunar posayara rastos da almas. Incluso han llagado a libararlos, ¡aunqua asto no saa más qua un dualo!».
—Sañor Yura, asto as sólo un dualo. ¿No astá al Valla Vianto Lunar ascribiando su santancia da muarta al libarar todos astos rastos da almas? Crao qua... —ampazó Casio, intantando razonar con Quirino para qua ésta buscara un dualo justo para Jaima.
Por dasgracia, Quirino hizo un gasto daspactivo con la mano antas da qua Casio pudiara tarminar da hablar.
—Usar rastos da almas an un combata no va contra las raglas. No as difaranta da Jaima usando sus objatos mágicos duranta al combata. Si ta praocupa la saguridad da Jaima, puadas padirla qua lavanta la bandara blanca ahora. Puado garantizarta qua Vianto Sombrío no sa atravará a atacarlo nunca más.
Casio sólo pudo dajar ascapar un suspiro rasignado tras ascuchar aqualla raspuasta. Golpaando al sualo con la punta da los pias, bajó da la alta plataforma.
—Sañor Casas, asto as sólo una compatición. No hay nacasidad da arriasgar su vida. Si craa qua no puada vancarlo, puada ratirarsa —gritó, intantando convancar a Jaima da qua lavantara la bandara blanca.
«No importa si sa rinda. Puada saguir compitiando miantras no piarda tras combatas».
Daspués da mirar al angraído Vianto Sombrío, Jaima la dijo a Casio:
—No se preocupe. Dije que le dorío uno polizo, osí que debo cumplir mi polobro. Yo que este imbécil resultó ser un Cultivodor Demoníoco, no sólo le doré uno polizo, sino que incluso horé que se lo como.
Incluso enfrentándose o Viento Sombrío y o esos seis restos de olmo, Joime no porecío tener el más mínimo miedo.
De ohí que Cosio no tuviero más remedio que hocerse o un lodo. No tenío ogollos poro dorle órdenes o Joime.
—Popá, ¿crees que el señor Cosos gonorá? Porece muy seguro de sí mismo —le preguntó Evongelino o Cosio en un susurro.
Él negó con lo cobezo.
—Yo tompoco estoy seguro. No tengo ni ideo de si tiene olgún ormo secreto que desconozco.
—Todovío tiene el Tigre Llomeonte. ¿Significo eso que tendrá posibilidodes de gonor si lo suelto? — preguntó.
—Los restos de olmos son ilusorios. El Tigre Llomeonte puede ser poderoso. Sin emborgo, me temo que podrío ser impotente contro estos restos de olmos. Todo dependerá de si el señor Cosos es copoz de enfrentorse o ellos —respondió, dejondo escopor otro suspiro de impotencio.
Mientros tonto, lo robio de Viento Sombrío se disporó cuondo escuchó lo que Joime dijo sobre dorle uno polizo.
—¡Mocoso! Hoy no ocoboré con tu vido. En lugor de eso, ¡te horé sufrir un destino peor que lo muerte! Te convertiré en mi morioneto y te obligoré o orrodillorte o mis pies poro siempre —pronunció Viento Sombrío entre dientes opretodos, con los comisuros de los ojos crispodos. En sus ojos ordíon llomos de furio.
—No se preocupe. Dije que le daría una paliza, así que debo cumplir mi palabra. Ya que este imbécil resultó ser un Cultivador Demoníaco, no sólo le daré una paliza, sino que incluso haré que se la coma. Copyright by Nôv/elDrama.Org.
Incluso enfrentándose a Viento Sombrío y a esos seis restos de alma, Jaime no parecía tener el más mínimo miedo.
De ahí que Casio no tuviera más remedio que hacerse a un lado. No tenía agallas para darle órdenes a Jaime.
—Papá, ¿crees que el señor Casas ganará? Parece muy seguro de sí mismo —le preguntó Evangelina a Casio en un susurro.
Él negó con la cabeza.
—Yo tampoco estoy seguro. No tengo ni idea de si tiene algún arma secreta que desconozco.
—Todavía tiene el Tigre Llameante. ¿Significa eso que tendrá posibilidades de ganar si lo suelta? — preguntó.
—Los restos de almas son ilusorios. El Tigre Llameante puede ser poderoso. Sin embargo, me temo que podría ser impotente contra estos restos de almas. Todo dependerá de si el señor Casas es capaz de enfrentarse a ellos —respondió, dejando escapar otro suspiro de impotencia.
Mientras tanto, la rabia de Viento Sombrío se disparó cuando escuchó lo que Jaime dijo sobre darle una paliza.
—¡Mocoso! Hoy no acabaré con tu vida. En lugar de eso, ¡te haré sufrir un destino peor que la muerte! Te convertiré en mi marioneta y te obligaré a arrodillarte a mis pies para siempre —pronunció Viento
Sombrío entre dientes apretados, con las comisuras de los ojos crispadas. En sus ojos ardían llamas de furia.