¿Tuvimos un hijo

Capítulo 58



Capítulo 58

Capítulo 58

Dejar a un niño tan pequeño como Alejandro en un lugar tan concurrido hubiera podido terminar en que fuese secuestrado por un rufián que trabajase para alguna organización malévola y nadie lo hubiese notado. El parque de diversiones no estaba tan lejos de ahí, así que Elías manejó hacia allá y se detuvo afuera del estacionamiento. En ese momento, no había muchas personas cerca de la entrada; solo se encontraba Franco junto con Érica y Noemi.

Cuando Érica escuchó que habían encontrado a Alejandro, comenzó a actuar evasiva y de inmediato negó que estuviese involucrada en la desaparición del niño. Estaba esperando con su papá cuando vio cómo se acercó un carro misterioso y se detuvo cerca de ellos. La puerta se abrió y Anastasia salió de él. Llevaba a Alejandro en sus brazos. Franco camino de inmediato hacia ellos y se apuró a abrazar al pequeño contra su pecho. Las lágrimas recorrían su rostro, mientras la culpa lo comía por dentro.

-iOh, mi querido nieto! iMe diste un gran susto!

No obstante, ante tal escena tan conmovedora contrastaba la misma Anastasia, quien miraba con instinto asesino hacia Érica. Sentía una furia que crecía dentro de ella y necesita descargarla con alguien; de lo contrario, era muy probable que terminase haciendo combustión en ese mismo instante. Erica, por su parte, en cuanto vio la forma en que estaba Anastasia, retrocedió de golpe y comenzó a hablar en tono exigente. Material © NôvelDrama.Org.

-¿Por qué me miras así, Anastasia?

Al ver lo evasiva e incómoda que estaba Erica, la ira de Anastasia volvió a incrementar. Levanto una mano y soltó una cachetada en toda la cara de Érica. El sonido de esta resonó por todo el lugar. Érica gritó mientras abría los ojos de par en par y corría hacia Noemí mientras lloriqueaba.

-iAy! iMe pegaste!

Noemí rodeó de inmediato a su hija con sus brazos de manera protectora. Se giró hacia Anastasia para arremeter:

– Cómo te atreves a golpear a mi hija, Anastasia!?

-Si no puedes cuidar a mi hijo, Érica, ientonces no te ofrezcas a hacerlo! No creas que no sé lo que intentaste hacer -replicó Anastasia mientras fulminaba a la otra mujer con la mirada.

-iMaldita! ¿Tienes alguna prueba de que Érica extravió a tu hijo a propósito? -contestó Noemí a la defensiva, protegiendo a su hija.

Franco sabia que él era quien tenía la mayor culpa en este accidente, así que camino hacia las mujeres e intervino en la discusión. Su voz sonaba con mucha pesadez.

-Anastasia, fue mi culpa. No responsabilices a Érica.

Sin embargo, ella estaba tan consumida por su furia que mantuvo su mirada sobre la mujer mientras le advertía:

– No te acerques de nuevo a mi hijo! Si te atreves a hacerlo o intentas herirlo de nuevo, ime

regresar -expresó Anastasia, siendo honesta con su agradecimiento.

-Los acompañaré a su departamento -ofreció Elías mientras los miraba.

Anastasia se giró y se dirigió hacia el elevador, mientras Elías le seguía el paso. Subieron a su piso y al llegar a su departamento, ella abrió la puerta y encendió las luces. El pequeño se fue a sentar al sillón y lucía como un triste cachorrito esperando su regaño.

– Mami, sé que hice mal. Por favor, ya no te enojes.

-No estoy enojada, solo… exaltada. Estaba muy conmocionada y terminé actuando sin pensarlo - confesó ella. Sabía muy bien que su hijo la vio enfrentándose de forma violenta con Erica.

De repente, Elías se acercó para tomar su muñeca y la dirigió para sentarse sobre el sillón. Ella se sorprendió, pero antes de que le pudiese preguntar que pasaba, él se hinco delante suyo. Tomó su pierna y fue en ese momento que Anastasia notó que tenia una herida con sangre que se extendia por todo el lugar. Como no la había atendido a tiempo, la sangre se había secado, pero la herida seguía ahí.

Franco se presentó por su cuenta al departamento a la mañana siguiente. En esa ocasión no lo acompañaban ni su otra hija ni Noemí, aunque sí traía consigo frutas y otros regalos. Al final, había entendido que Érica estuvo involucrada de alguna forma en la desaparición de Alejandro del día anterior. A pesar de eso, seguía siendo su hija, por lo que no podía ni imaginar que ella fuera capaz de planear algo tan cruel.

-Déjalo ir, papa. Ya pasó, así que no tenemos que seguir hablando de esto -expresó Anastasia en tono consolador después de que Franco insistiera en seguir disculpándose.

Franco no continuó hablando, pero todavía se podía notar la culpa en sus ojos. A esto, Alejandro también comenzaba a sentirse mal por el señor. Se acercó para sentarse a su lado y, con un tono serio, le aseguró:

-Nunca volveré a irme por mi cuenta, abuelo. Te lo prometo con una mano en mi corazón.

-Eres un buen chico, Alejandro -murmuro Franco. Lucía más tranquilo mientras acariciaba la cabeza del niño.

Mientras tanto, en la residencia de los Torres, Erica estaba tirada en su cama mientras le contaba a Helen sobre los sucesos del día anterior. Del otro lado de la línea, su amiga no pudo resistir sus comentarios venenosos cuando escuchó los detalles.

-Esto no terminará bien para ti, Erica. Apuesto a que Anastasia te está dejando mal con tu papá en estos momentos y de seguro le está diciendo que tú dejaste que su hijo se perdiera a propósito. Quién sabe con cuánto de la fortuna familiar te dejarán después de esto.

CON CU

Érica palideció cuando escuchó eso, pero no tardó nada en que una furia comenzase a nacer desde sus entrañas.

-Si esa zorra se atreve a decirle aunque sea una sola palabra a mi padre, ila haré pasar por un inferno!

-Anoche te golpeó enfrente de su papá, iasí que no me sorprendería si decide contarle tonterías sobre ti! -expresó Helen con malicia debido a su rencor contra Anastasia.

Érica pensó en la posibilidad de que eso sucediese y se dio cuenta de que sí podía suceder.

«Es probable que Anastasia ya le haya dicho a mi papá lo horrible que soy. Antes si apenas yo le importaba algo a mi papá, pero ahora será peor. iTal vez ella lo llegue a convencer de que le herede toda la fortuna familiar y que me deje sin nada! ¿Qué haré entonces?”.

-No dejaré que se salga con la suya. iAnastasia no podrá detenerme! —De repente, un recuerdo se le vino a la mente, por lo que murmuró-: Vi que un hombre acompañaba a Anastasia anoche y, siendo sincera, él y Alejandro lucían similares, aunque no sé quién es.

-Bueno, ¿me lo describes? – preguntó Helen. Tenía curiosidad por saber quién era el hombre misterioso en la vida de Anastasia.


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