Sr. Ramos, su multimillonaria esposa quiere el divorcio

Capítulo 10



pítulo 10

Natalie replicó con indiferencia: -Lo que una esposa debería hacer y no hacer, ella lo hizo

todo. Para ustedes sólo hace falta un certificado de matrimonio.

Leonardo la miró fijamente tratando de encontrar el más mínimo rastro de tristeza en su rostro, pero no pilló nada. ¿Es que realmente ya no se preocupara por él?

Por alguna razón, ese pensamiento hizo que le diera un vuelco el corazón.

Él desvió la mirada y dijo: -Mientras no nos hayamos divorciado, estás obligada a cuidarme.

Natalie se sintió irritada y no tuvo ganas de lidiar con Leonardo, así que sacó su celular, quitó el número de Matilda de la lista negra y le envió un mensaje.

Mientras tanto, en la villa de la familia López.

Matilda ya se había duchado y estaba lista para irse a dormir cuando recibió el mensaje de Natalie y su cara se puso livido en un instante.

¡Natalie era una pura zorra!

Se levantó con rapidez, se vistió y bajó las escaleras, justo a tiempo para encontrarse con Beata y Ricardo, que regresaban de la fiesta. Ambos no pudieron evitar fruncir el ceño al verla a punto de salir.

-Mati, ¿a dónde vas a estas horas?

Matilda forzó una sonrisa, miró a Beata y explicó: -Mamá, Leo se echó unas copas de más y está ahora solo en casa. Me preocupa un poco él, así que quiero ir a echarle un ojo.

Beata echó un vistazo a Ricardo y, al notar que permanecía inexpresivo, sonrió y le dijo a Matilda: - Pero es muy tarde, no es seguro que conduzcas sola. Voy a pedir a Hugo que te lleve.

-De acuerdo, gracias.

Una vez que Matilda se alejó, Beata dijo pensativa: -Parece que Leonardo realmente siento algo por Mati, o no le habría hablado de algo tan trivial como que había tomado,

Ricardo asintió. Asegúrate de que Mati aproveche esta oportunidad. Por fortuna, casi nadie sabe que Leonardo y Natalie están casados, así que no le afectará si vuelve a casarse más

adelante.

Desde su perspectiva, tanto daría si Natalie o Matilda se casaban con Leonardo, siempre y cuando reportara beneficios a ellos.

En cuanto a Natalie, cuando finalizara su matrimonio con Leonardo, él se encargaría de encontrar a alguien más que también pudiera aportar valor a la familia López.

Por otra parte, el silencio se apoderó del coche durante todo el trayecto. Cuando llegaron a la entrada de la villa, Leonardo frunció el ceño al notar que las luces de la villa estaban encendidas.

Además de él y Natalie, prácticamente nadie más solía ir allí, y mucho menos a esas horas.

¿Has estado aquí hoy?

Natalie respondió con tranquilidad: -Abre la puerta y lo verás.

Leonardo ingresó la contraseña y abrió la puerta para encontrarse con una figura delgada, lo que hizo que su expresión se volviera sombría.

-Natalie, i¿qué quieres decir con esto?!

Después de preparar la sopa para la resaca, Matilda la puso sobre la mesa y entonces oyó la voz de Leonardo desde la entrada.

Se dio la vuelta y se acercó rápidamente.

Entretanto, fuera de la puerta.

Leonardo se quedó mirando a Natalie con fastidio mientras su ánimo empeoraba por

momentos.

No podía creer que ella hubiera llegado tan lejos, ¡que se atrevió a pedir a Matilda a su casa!

¿Tenía ella idea de lo que eso representaba?

Sin tomárselo en serio, Natalie respondió inexpresivamente: -¿Qué pasa? ¿No dijiste que habías bebido demasiado? Así que tuve la brillante idea de llamar a tu musa de ensueño a cuidarte. Deberías estar agradecido conmigo.

-¿Te atreves a repetirlo?

Ante la incredulidad en el rostro Leonardo, Natalie de repente perdió las ganas de seguir hablando con él y le dijo fríamente: -Ya que Matilda está aquí, no me quedaré estorbando mientras ustedes estén juntos. Sólo recuerda enviarme el acuerdo de divorcio por mensajería después de firmarlo.

Con eso, se volteó y se fue sin mirar atrás, como si nada aquí valiera la pena retenerla.

Leonardo estaba hecho una furia y se disponía a ir tras ella cuando, de repente, le agarraron del brazo.

-Leo… te preparé sopa para la resaca. ¿Quieres un poco?

Al percibir la cautela oculta en la voz de Matilda, Leonardo frunció el ceño y retiró la mano. — Mati, mejor vete.

Ella negó con la cabeza y exclamó ¡No! Quiero quedarme aquí contigo. Natalie me envió un mensaje diciendo que estabas borracho. No puedo permitir que te quedes aquí solo.

Atonito por un momento, Leonardo preguntó con voz ronca: -¿Ella te dio la contraseña de la villa?

Si…

Viendo que su semblante se tornaba cada vez más sombrío, Matilda se apresuró a agregar: no quieres que venga, no lo haré. Pero no te enojes.

Leonardo cerró los ojos y dijo con voz grave: Mati, me gustaría quedarme solo ahora.

-¡Me quedaré contigo! Te prometo que no te molestaré.

Haré que Gaspar te lleve a casa.

-Leo…

¡Pon atención!

Matilda se mordió el labio y asintió a regañadientes. Está bien… Por favor, llámame si te sientes mal.

-Lo haré.

Cuando Matilda se marchó, Leonardo cerró la puerta y se dirigió a la sala de estar. Sus ojos brillaron con frialdad en cuanto vio allí, sobre la mesa, el acuerdo del divorcio. Se acercó rápidamente y lo agarró, lo rompió en pedazos y lo tiró a la papelera.

¡De ninguna manera permitiria que se divorciara de él!

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A la mañana siguiente, Natalie acababa de llegar a la oficina cuando Bruno Torres, accionista de MY, la buscó.

Con expresión de indignación, la miró fijamente y le preguntó: -Señorita López, ¿realmente corriste a la mitad de mis hombres? ¿No crees que eso es demasiado?

Natalie, con una expresión indiferente, levantó una ceja y respondió: -Señor Torres, cálmate. Le diré al departamento de recursos humanos que priorice los departamentos que diriges a la

hora de contratar.

Bruno se puso colorado de ira. ¡¿Era eso lo que quería decir?!

Todos sus familiares que había metido en la empresa habían sido despedidos por Natalie. Debido a eso, llevaba toda la mañana contestando al teléfono y todo el mundo le interrogaba qué demonios había pasado.

Bruno solía ser un obrero en las construcciones y más adelante, conoció a Natalie por casualidad. En esa época, él fue muy pobre y le hizo un favor en alguna vez, así que ella le cedió

IM

Al principio, Bruno no les dio importancia a esas acciones, pero con el tiempo, el crecimiento de MY bajo el liderazgo de Natalie le proporcionó dividendos anuales de hasta diez millones. En ese momento, finalmente se dio cuenta de lo valiosas que eran sus acciones.

Inicialmente, estaba agradecido con Natalie, pero la inesperada cantidad de dinero que ganaba cambió radicalmente su psique.

Bajo la adulación de sus familiares y amigos del pueblo, Bruno se volvió cada vez más engreído y arrogante, disfrutando de la sensación de ser elogiado porque les proporcionaba trabajo.

Pero ahora, Natalie había echado a todos sus parientes, lo que lo hizo quedar mal frente al todos y empezara a guardarle rencor.

-Señorita López, aunque volvamos a contratar, llevará un tiempo. ¿Y quién puede asegurar que los recién contratados serán inmediatamente competentes en los trabajos de los empleados despedidos? Con la partida de estas personas, mis departamentos sufrirán un colapso total.

Natalie bajó los documentos y levantó la vista a él. Sus ojos brillantes parecían tener el poder de penetrarlo todo..

No sabía por qué, pero Bruno no se atrevía a mirarla a los ojos, sintiendo como si ella pudiera leerle la mente.

Natalie sonrió. Entonces, ¿qué se supone que debo hacer?

Bruno le contestó rápidamente: -Acabas de regresar a la empresa y seguro que no sabes bien cómo va todo. Te sugiero que primero entres a conocer cómo se maneja la empresa, qué anda con cada departamento y luego consideres lo de despedir.

Tras un momento de silencio, Natalie asintió pensativa. -Tienes razón.

Al oír eso, Bruno se sintió jovial por dentro, pues no esperaba que Natalie fuera tan fácil de engañar. Parecía que podría seguir metiendo a su gente en la empresa.

Sin embargo, lo que dijo Natalie al segundo siguiente lo dejó completamente aturdido.

-Ahora que estás aquí, ¿por qué no me cuentas qué lograron durante los últimos años tus departamentos y qué hicieron cada día las personas que he despedido?

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