¡Sorpresa! Tuve Cuatrillizos con Mi Desconocido Esposo

Chapter 26



Capítulo 26

“Invita la casa este trago, le dijo Morgan Prieto, el tlo de Ayla, y el conocido donjuán de Puerto Rafe, un típico mujeriego sin vergüenza.

Feo, sin gracia y siempre en busca de juerga.

Carol no lo conocía y al escucharlo se quedó de piedra, “¿Yo debería beber contigo?”

“Así es, beberás conmigo y no debe quedar ni una gota.”

“Pero… eso no está bien, ¿verdad? Esta botella es de su consumo, y es bastante cara.”

“Si te digo que está bien, está bien. Esta botella cuesta cien mil, si la bebes, yo pago.”

Mientras hablaba, Morgan la miraba de arriba abajo con una mirada lasciva.

Carol sabía que se había topado con un patán y, conteniendo ganas de golpearlo, forzó una sonrisa,

“Disculpe, pero tomé medicina para el resfriado antes de venir, no puedo beber alcohol.” Copyright Nôv/el/Dra/ma.Org.

Al oír esto, Morgan se molestó,

“Entonces llévate la botella, ya no la queremos.”

Carol se sorprendió, “En el bar hay reglas, una vez abierta la botella no puede devolverse.” Ja, ¿quién te dijo que la abrieras? Tú decidiste abrirla, si no se puede devolver, la pagarás

tú.

Carol, conteniendo su enojo, le replicó,

“Usted me pidió que la abriera, por eso me atrevi. Debe haber cámaras de seguridad en esta sala, podríamos revisarlas.”

Ante estas palabras, todos en la sala estallaron en carcajadas,

“Se nota que esta chica no viene mucho por aquí. ¿Cómo podría haber cámaras en un bar? ¿Qué pasaría si alguien quisiera hacer algo indebido? Jaja.”

Carol mordió su labio sin poder responderle, solo apretó los puños y tragó su furia.

¡Ella nunca había estado en un lugar como este!

Alguien le habló para advertirla,

“Chica, que el Sr. Prieto se fije en ti es tu suerte, si te pide que bebas, bebe. No seas desagradecida, ¿sabes quién es el Sr. Prieto? Te asustarías si te lo dijera. Pero si logras complacerlo, estarás hecha.”

Carol entendió que este tipo depravado tenia gran influencia.

Ahora que querían jugar sucio, ella no ganarla enfrentándolos directamente.

Un plebeyo frente al capital, solo puede perder.

Esa botella de cien mil, ¿cuánto es el salario de un año para muchos? Pero para los ricos, es el gasto de una noche.

¿Con qué iba ella a enfrentarlos?

Pero si realmente le cargaban esos cien mil a ella, preferiría morir, no tenía dinero paral

pagar.

Después de unos segundos de silencio, Carol sonrió disculpándose,

“Fue mi error, Sr. Prieto, aquí está muy ruidoso, ¿qué tal si salimos a hablar más tranquilos?”

Al oír esto, Morgan se animó de inmediato y le dijo con una sonrisa maliciosa,

“Claro, claro, busquemos un lugar más tranquilo para conocernos mejor.”

Desde la sala se escucharon voces alentadoras, “Eso es, conozcanse bien, jajaja.”

Carol, sintiéndose asqueada, fingió una sonrisa y se dirigió hacia la salida.

Aspen salió del ascensor justo a tiempo para ver a Carol desaparecer tras una puerta de seguridad.

Se quedó plantado allí, con una expresión inescrutable.

Al siguiente momento, Morgan salió de la sala, apurado y murmurando,

“Pequeña, ya voy, jeje.”

Detrás de la puerta de seguridad del bar, sucedían historias que no llegaban a la luz.

Después de todo, era un lugar oscuro y solitario, perfecto para aquellos que buscaban

saciar su sed.

“Me encantas, desde que te vi me robaste el alma, tranquila que te trataré bien. Si me complaces, te beneficiarás. Mira esos labios… ponte de rodillas, vamos, muerde aquí…”

Esas palabras sugerían algo más.

Abel, visiblemente incómodo, le dijo, “Parece que son la Srta. Carol y Morgan Prieto…”

“¡Ah!” De repente, un grito agudo atravesó el silencio.

El rostro de Abel se palideció, “Jefe, parece que la Srta. Carol está en peligro.”

Aspen frunció el ceño, no quería involucrarse, pero pensando en Miro, decidió apresurarse hacia la puerta.

Y entonces, presenció una escena increíble…


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